En México, una aceptación íntima de la muerte viene de mucho más atrás, en la época prehispánica. En la cultura azteca que precedió a la llegada de los españoles, la muerte se manifiesta una y otra vez como una imagen familiar. Estas tradiciones antiguas de esta tierra se unieron a lo largo de los siglos con la celebración española de los Fieles Difuntos. Juntos forman una fiesta universal de muchas facetas y dimensiones. A través de sus flores cempasúchitl, sus calaveras de azúcar, y, sí, sus cohetes ángel-guía, el Día de los Muertos examina justo lo que este infinitamente fascinante día de fiesta, a lo largo de los siglos, ha llegado a significar. -Charles and Ray Eames (1957)