
Después de un alucinante paseo por Madrid por el centro de sus avenidas, sin tráfico, nos despedimos de la casa donde vivimos diez años y sus maravillosas vistas. Ahí abajo hay que usar los codos para poder caminar.
Después de un alucinante paseo por Madrid por el centro de sus avenidas, sin tráfico, nos despedimos de la casa donde vivimos diez años y sus maravillosas vistas. Ahí abajo hay que usar los codos para poder caminar.