Recuerdo que de niño encontré en un libro de la biblioteca de mi abuelo Juan un capítulo dedicado a las corrientes y remolinos de nuestro pelo con gran profusión de fotografías, en blanco y negro, claro, en que unas flechas rojas indicaban la dirección de esas corrientes. Algo parecido a los mapas de isobaras que nos explican después de los telediarios. Sin embargo no recuerdo nada sobre lo que se decía sobre ello, bien porque no era dado a la lectura o simplemente porque el libro estuviera escrito en inglés, francés o alemán.
Es un tema para mí interesante y recurrentemente aparecen en mi cerebro aquellas imágenes llenas de flechas rojas sobre todo el cuerpo de individuos peludos. Varias veces he buscado en lo poco que conservo de aquella fastuosa biblioteca sin obtener resultados. Y muchas más he buscado en Internet, encontrando muchas páginas de belleza personal, donde se interpretan los remolinos cono un problema de peinado, y muy pocas de caracter científico.
Los científicos dicen que no sólo ocurre en los humanos, sino también en animales, desde la fase embrionaria. El ectodermo primitivo es el origen común del sistema nervioso, la piel y sus anejos. Las rotaciones capilares son definidas por genes que indican la dirección de crecimiento de los cabellos; ya sea para frente, para atrás o para un lado. De hecho, existen estudios sobre la correlación entre la creación de remolinos y la dirección del crecimiento del pelo y la tensión en la epidermis en el momento en que se forman los folículos pilosos (con una comparativa de patrones de remolinos en fetos normales y en fetos malformados a la que no hemos tenido acceso).
Según los estudios del genetista Amae Klar, existe una clara conexión entre la dirección de nuestros remolinos capilares y que seamos diestros o zurdos. Al menos el 90% de los diestros tenían remolinos que giraban en la dirección de las agujas del reloj, mientras que sólo un 10% contaba con la tendencia contraria. De hecho, descubrió que posiblemente de la misma forma que la genética determina que seamos diestros o zurdos, también determinará la dirección de nuestros remolinos, ya que un 50% de las personas zurdas o ambidiestras tenían remolinos en la dirección contraria a las agujas del reloj. Y es que cuando el feto se va formando, el cerebro se forma al mismo tiempo que la piel y el pelo, y tanto el cuero cabelludo como el espacio de la membrana del cerebro proceden de la misma estructura embriológica.
Según los estudios del genetista Amae Klar, existe una clara conexión entre la dirección de nuestros remolinos capilares y que seamos diestros o zurdos. Al menos el 90% de los diestros tenían remolinos que giraban en la dirección de las agujas del reloj, mientras que sólo un 10% contaba con la tendencia contraria. De hecho, descubrió que posiblemente de la misma forma que la genética determina que seamos diestros o zurdos, también determinará la dirección de nuestros remolinos, ya que un 50% de las personas zurdas o ambidiestras tenían remolinos en la dirección contraria a las agujas del reloj. Y es que cuando el feto se va formando, el cerebro se forma al mismo tiempo que la piel y el pelo, y tanto el cuero cabelludo como el espacio de la membrana del cerebro proceden de la misma estructura embriológica.
También existen casos de dos remolinos, uno en sentido de las agujas del reloj y el otro va en sentido contrario. Esto en el área de la coronilla, pues el cuello y el flequillo son también áreas de turbulencias. En general pueden aparecer en cualquier área en que haya pelo.
El caso de doble remolino se ha estudiado científicamente como una alteración de las estructuras ante agresiones producidas durante la embriogénesis sobre la lámina ectodérmica. Hasta el momento actual se han descrito múltiples asociaciones neurocutáneas, algunas de ellas catalogadas como síndromes o enfermedades, la mayoría determinadas genéticamente. En la revista digital de neurología neurología.com se plantean varios casos clínicos: Cinco pacientes varones con edades comprendidas entre 2 y 7 años, en los que encontraron un patrón común de desviación del desarrollo psicomotor y conductual consistente en un trastorno de hiperactividad e impulsividad asociado a un retraso en la adquisición del lenguaje. Todos ellos tenían en común tanto la implantación del cabello en doble remolino, como la dilatación de los espacios de Virchow-Robin (en las fotos junto a los dobles remolinos) en el estudio de neuroimagen.
Otros piensan que el gen encargado de la orientación capilar parece tener la capacidad de eliminar ciertos tipos de cáncer, por lo que poseer un remolino en el pelo puede acabar siendo una auténtica ventaja evolutiva. Desde que el gran biólogo español Antonio García Bullido y su pupilo británico, David Gubb, desentrañaron el código genético de la mosca del vinagre, se descubrió que los genes de polaridad son una especie de brújula para las células de nuestro cuerpo, ya que son los encargados de organizar la orientación del crecimiento de los tejidos. Los genes de polaridad son útiles para una variedad de cosas diferentes en el cuerpo humano. Ayudan en el flujo y la distribución de nutrientes entre las células, así como dictan dónde se encuentran la parte delantera y trasera de las células. En resumen, los genes de polaridad son vitales para la correcta operación celular. Sin embargo, un efecto secundario de estos genes de polaridad es la tendencia de las estructuras corporales a crecer en patrones opuestos, lo que conduce a cosas como los mechones. Entre otras cosas, se cree los genes de polaridad son responsables del crecimiento de los remolinos en el pelo, y la predominancia de un hemisferio cerebral sobre el otro (ser diestro o zurdo). El caso de doble remolino se ha estudiado científicamente como una alteración de las estructuras ante agresiones producidas durante la embriogénesis sobre la lámina ectodérmica. Hasta el momento actual se han descrito múltiples asociaciones neurocutáneas, algunas de ellas catalogadas como síndromes o enfermedades, la mayoría determinadas genéticamente. En la revista digital de neurología neurología.com se plantean varios casos clínicos: Cinco pacientes varones con edades comprendidas entre 2 y 7 años, en los que encontraron un patrón común de desviación del desarrollo psicomotor y conductual consistente en un trastorno de hiperactividad e impulsividad asociado a un retraso en la adquisición del lenguaje. Todos ellos tenían en común tanto la implantación del cabello en doble remolino, como la dilatación de los espacios de Virchow-Robin (en las fotos junto a los dobles remolinos) en el estudio de neuroimagen.
Ahora, investigadores de la Universidad Estatal de Michigan también han descubierto que la proteína responsable de su manifestación es capaz de impedir la formación de ciertos tipos de tumores, como el retinoblastoma. Lo que significa que tener remolinos es un indicador de que esta proteína se encuentra presente en nuestro cuerpo, lo que nos hace menos propensos a sufrir retinoblastomas. Los investigadores de MSU llegaron a esta conclusión experimentando con moscas de la fruta. Cuando eliminaron la proteína de las moscas, descubrieron que su cabello perdió cualquier señal de remolinos (fotos de la derecha), lo que les hizo creer que la misma proteína que gobierna los genes de la polaridad también puede ser responsable de ellos. De ser así, los científicos podrían desarrollar un nuevo tipo de quimioterapia que se centre en restaurar esta proteína en los pacientes.