
Nací en la costa oriental de la Isla Grande de Chiloé… La vida de esta región está regulada por el flujo y reflujo oceánico que viene desde los cuernos de la luna y de lo que habrá más allá de los astros. Llueve allá de mil formas, con cerrazones bramando huracanadas, copiosos llantos celestiales que traspasan el corazón de los vivos en comunicación con sus muertos que reposan bajo los cementerios de conchabes.
Mi infancia lejana se desarrolló entre dos islas del archipiélago de Chiloé, en la costa oriental de la isla grande y frente a la de Caucahué, que en huilliche quiere decir ‘lugar de grandes gaviotas’. Entre las dos islas pasa el canal de Caucahué, formando un ángulo obtuso, en cuyo vértice está el puerto de Quemchi, que tenía poco más de quinientos habitantes cuando yo nací.
Al oriente del varadero, en “la tierra de la punta”, en una casa construida por pilotes de madera alquitranados, mi madre, Humiliana Cárdenas Vera, campesina de Huite, hija de Feliciano Cárdenas y de Carmen Vera, me dio a luz a las cinco y media de la mañana… Mi padre, Juan Agustín Coloane Muñoz, andaba navegando de capitán de barco de cabotaje…

Los dibujos son de mi cuaderno de viaje al sur de Chile. Concretamente de Chonchi, las iglesias de Vilupulli, Huillingo, Cucao, Chanquín, palafitos de Castro, la catedral amarilla de Castro y la iglesia de Nergón, y, abajo del todo, Dalcahue. La mayoría en la Isla Grande de Chiloé, en febrero y marzo de 2015.