Comenzó haciendo dibujos con un palo en la arena y esculpiendo personajes de arcilla, arena y agua. A menudo se sentaba durante horas dejando trabajar a su imaginación. No todos lo entienden. Algunos vecinos llaman el basurero de Teguise a su jardín lleno de personajes de yeso blanco y objetos que los demás tiran. Es un hombre raro, diferente a los demás, que crea un jardín fantástico, celestial, día a día. Habla de Dios y la iluminación al modo de aquel cubano llamado Lino Lobatón, pintor de espacios siderales que sentía delirio por los astros, o aquel otro pintor abducido por el ácido desoxirribonucleico, que llamaron ADN.
Me gustaría hablar a veces con un gran pensador. Entonces tal vez sabría si estoy en lo correcto con mis puntos de vista o si estoy chiflado, dice despreciando cualquier opinión malpensante y sin criterio.
El Museo Mara Mao está en la casa y jardín de Manuel Perdomo. Su casa la abre al público los domingos, el día de mercado en Teguise. Yo le cogí una hermosa frase que decía Mara Mao Barranco de Lágrima Dulse Enamorada. Por eso creo en él.